lunes, 19 de mayo de 2008

Uno, dos y tres...

Uno, dos y tres, granitos de arena dejan el reloj,

marcando suavemente como huye el tiempo,

hacia los campos marcados por tus pasos muertos;

cuatro, cinco y seis, granos de arena dejan el reloj,

y permito que el tiempo se escurra sin razón.


Uno, dos y tres, pétalos dejo caer sobre mi cielo hoy,

llenando de pálido color el aroma de tu cruel amor,

que me sumió en este profundo dolor;

cuatro, cinco y seis, pétalos dejo caer sobre mi cielo hoy,

cubriendo tu recuerdo con un claro color.


Uno, dos y tres, son las lágrimas que brotan de mi corazón,

porque descubrí que amé solo a un actor,

que hizo lo que quiso con mi pobre flor;

cuatro, cinco y seis, lágrimas que brotan de mi corazón,

porque al que quise, fue al gran fabulador.


Uno, dos y tres, son los pasos que debo dar hoy,

y mañana, cuando necesites a alguien a tu lado,

y descubras que la única que quizás esté allí sea yo;

en ese preciso momento, cuatro, cinco y seis...

solo podré decirte adiós.



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