Uno, dos y tres, granitos de arena dejan el reloj,
marcando suavemente como huye el tiempo,
hacia los campos marcados por tus pasos muertos;
cuatro, cinco y seis, granos de arena dejan el reloj,
y permito que el tiempo se escurra sin razón.
Uno, dos y tres, pétalos dejo caer sobre mi cielo hoy,
llenando de pálido color el aroma de tu cruel amor,
que me sumió en este profundo dolor;
cuatro, cinco y seis, pétalos dejo caer sobre mi cielo hoy,
cubriendo tu recuerdo con un claro color.
Uno, dos y tres, son las lágrimas que brotan de mi corazón,
porque descubrí que amé solo a un actor,
que hizo lo que quiso con mi pobre flor;
cuatro, cinco y seis, lágrimas que brotan de mi corazón,
porque al que quise, fue al gran fabulador.
Uno, dos y tres, son los pasos que debo dar hoy,
y mañana, cuando necesites a alguien a tu lado,
y descubras que la única que quizás esté allí sea yo;
en ese preciso momento, cuatro, cinco y seis...
solo podré decirte adiós.
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