Duró tan solo lo que dura un verano;
yo buscaba aferrarme a algo, tu no sentirte tan solo;
dos lineas se cruzaron en el espacio y el tiempo equivocados;
y dos caminos se encontraron, una noche de verano.
Tus manos, tus caricias y tus ojos estrellados;
mis manos, mis caricias y mis temores a perder algo;
provocaron una conjunción de momentos errados;
que solo nos llevó a confundir y a hacernos daños.
Historias que antes de nacer murieron;
historias de incomprensión y a destiempos;
de espectros que revolotean entre dos cuerpos;
de imágenes viejas que nos van venciendo.
Frías lágrimas cayeron del cielo,
sobre el verano que se fue yendo
fría lluvia cayendo en el otoño,
sobre tus caprichos y tu falta de freno.
Fuimos testigos, solo testigos;
de ese azar que cruza los caminos;
pero nuestros relojes marchaban fuera de ritmo;
y debimos seguir solos buscando nuestro destino.
Solo pretendí pedirte un poco mas de tu tiempo;
a cambio me exigías un poco más de valor;
pero las cosas se nos fueron de las manos;
y el verano sin querer se nos escapó.
Frías lágrimas cayeron del cielo,
sobre las sábanas que cubrieron la pasión;
fría lluvia cayendo en el otoño,
sobre las sombras de la desilusión.
Fue tan fácil para ti enterrarme en el olvido,
y abrir una llaga en este pobre corazón;
no te diste cuenta que crucificaste mi deseo,
de construir un mundo mejor para los dos.
Pero no eres, ni serás nunca jurado,
para condenar por mis temores, a mi amor;
que las palabras mueren en el silencio, eso lo acepto,
pero mi pasado solo a mi me mató.
Quizás debí decir te quiero en ese momento,
quizás solo esperaba que me dieras la ocasión;
pero el pasado, ha pasado y ya está muerto,
como el amor que tu veneno mató.
Frías lágrimas cayeron del cielo,
sobre tu impaciencia y tu desapego;
fría lluvia cayendo en el otoño,
sobre el error de no confesar lo que sentí a tiempo.